Montmartre : un lugar de santidad

Montmartre, «el Monte de los Mártires»

La colina de yeso que domina París por el norte conoció, en honor a Marte y a Mercurio, templos que aùn poseemos algunos vestigios. Sus nombres son una de las etimologías del vocablo Montmartre.
La segunda, Monte de los Mártires (Mons Martyrum), se debe a San Denis, primer apóstol cristiano de la futura capital, enviado par cristianizar esta parte de Galia. Habría residido con sus discípulos en las canteras de yeso. Una opinión muy antigua sitúa en este lugar su martirio por decapitación.

La Abadía de Montmartre, consagrada en 1147, mantiene su culto, renovado por el descubrimiento de una cueva marcada con su nombre. Esta abadía conoció durante los 659 años de su existencia, épocas de prosperidad y de vicisitudes, y su última abadesa fue guillotinada cuando la Revolución Francesa. En 1843 es cuando desaparecieron los últimos vestigios de la abadía. La iglesia actual de San Pedro de Montmartre, testifica, aún hoy en día, las grandes horas de esta abadía.

Los persanajes más prestigiosos de la historia religiosa de Francia han pasado por Montmartre.
San Germán, la reina Santa Clotilde, San Cloud, San Germán de Auxerre, San Hugo, San Bernardo y San Pedro Venerable, asistiendo al Papa Eugenio III que consagró la iglesia y el altar de la abadía, Santo Tomas de Aquino mientras profesaba en la Sorbona, Santa Juana de Arco durante el sitio de Paris, San Ignacio de Loyola, San Francisco de Salles, Bérulle, Ollier, Bienaventurada Maria de la Incarnación, San Vicente de Pablo, Santa Luisa de Marillac, San Juan Eudes que hizo celebrar ahí el primer oficio en honor del Sagrado Corazón...

El 15 de agosto de 1534, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y algunos de sus amigos decidieron, después de reflexiones, meditaciones y oraciones, unirse por un triple voto de pobreza, castidad y mutua consideración por la Salvación de las almas. Subieron por la colina de Montmartre, particularmente apreciada por San Ignacio, por su carácter solitario y sagrado. Estos primeros padres jesuitas se dedicaron a Dios sin reserva, pronunciaron sus votos y tomaron resoluciones. Así es como fundaron la Compañía de Jesús.

Y en los tiempos modernos, durante y después de la construcción de la basílica : Santa Teresa de Lisieux, que vino en 1887 a los quince años para rezar en la cripta, Bienaventurado Carlos de Foucauld (vidriera en el nartex), que se consagró al Sagrado Corazón el la basílica en 1889 y vino paso aquí una noche de adoración en1907, Giuseppe Roncalli, futuro Bienaventurado Juan XXIII, cuando era Nuncio apostólico en Francia (1944-1953), y el Papa Juan-Pablo II, que se hizo peregrino del Sagrado Corazón durante su viaje apostólico en Francia, el 1 de junio de 1980.